Monday, November 21, 2016

Porgy y Bess de Gershwin en el Teatro alla Scala de Milán

Foto: Teatro alla Scala

Massimo Viazzo

Después de dos importantes producciones hechas en Estados Unidos (la de 1955 del American National Theater Academy y la de 1996 de la Houston Grand Opera) el Teatro alla Scala propuso por primera ocasión un montaje autóctono de Porgy y Bess, que para respetar la voluntad del autor, ha debido realizarse en forma semi escénica.  Philippe Harnoncourt, hijo del llorado Nikolaus (a quien fue confiada originalmente la batuta) en una entrevista publicada en el programa de mano, explicó el impredecible vinculo entre su familia y la partitura de Gershwin.  De hecho, pensar que un grande la filología barraco y clásica (como Nikolaus) haya llegado en los últimos años de su carrera a interpretar Porgy y Bess, podría parecer de verdad sorprendente si no es porque se sabe que en su habitación vienesa, por medio de un culto y viejo tío americano, extractos de la ópera gershwiniana iniciaron a circular antes de que la ópera fuera tan conocida en el occidente. Philippe Harnoncourt impuso un trabajo meticuloso en la recitación coadyuvado de un óptimo grupo de cantantes-actores muy empeñados a realizar los propios personajes  de manera redonda.  Proyecciones, en realidad, no siempre eficaces en el fondo comentaban de manera más o menos didáctica la acción, y los bien diseñados vestuarios de época hicieron que el espectáculo estuviera bien situado en su tiempo.  Muy convincente fue el resultado musical de la partitura comenzando por la brillante y muy dinámica concertación de Alan Gilbert, muy atento a los vistosos colores y a la insistente rítmica de la partitura.  Esplendido estuvo el coro dirigido por Bruno Casoni y el apropiado elenco con Morris Robinson quien dio al protagonista su voz muy segura en el timbre, potente, pero no muy  tenue.  Kristin Lewis (Bess) demostró personalidad aunque algunos problemas al poner a fuego su registro más agudo. Por su parte, estuvo desbordante, violento y sanguinario  el Crown de Lester Lynch, mientras que convincente y musical se mostró Angel Blue (Clara).  También el insinuante Sporting Life de Chauncey Packer agradó por la nitidez de la dicción y por la confianza escénica.   En suma, un meritorio reconocimiento para todos, por un espectáculo de verdad agradable y muy aplaudido.


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