Wednesday, August 10, 2016

Operalia en Guadalajara México

Elsa Dreisig - Operalia
José Noé Mercado / La Digna Metáfora

En esta ocasión ninguno de los siete cantantes mexicanos pudo pasar a la final del máximo concurso operístico en el mundo; el tenor surcoreano Keon Woo Kim y la soprano francesa Elsa Dreisig fueron los ganadores del certamen. Luego de 22 años regresó a México Operalia, el reconocido concurso mundial de canto encabezado por Plácido Domingo, para celebrarse del 19 al 24 de  julio en Guadalajara, Jalisco, teniendo como sede el Teatro Degollado, en el marco de su 150 aniversario. El certamen en su edición número 24 —apoyado por la Secretaría de Cultura federal y la Secretaría de Cultura jalisciense, además de contar con el patrocinio de Rolex, marca de la que el maestro Domingo es embajador— tuvo como atractivo particular para la comunidad lírica nacional el contar con siete cantantes mexicanos seleccionados entre sus 40 participantes provenientes de 16 países seleccionados para iniciar en la ronda de cuartos de final. Los jóvenes mexicanos participantes en la justa fueron las sopranos Sofía Troyo, de 27 años de edad; Angélica Alejandre, de 28, y Anabel de la Mora, de 30; los tenores Fabián Lara, de 27; Alan Pingarrón, de 28; y los barítonos Emmanuel Franco, de 32, y Juan Carlos Heredia, de 27. Las expectativas para cosechar buenos lugares no eran pocas por realizarse la justa en tierras nacionales y por el talento vocal que siempre ha distinguido a nuestro país. La gran final, a realizarse el domingo 24, Plácido Domingo empuñaría la batuta para dirigir a la Orquesta Filarmónica de Jalisco y así acompañar a los 12 finalistas calificados para la última ronda. Los miembros integrantes del jurado este año, además del maestro Domingo,  fueron Marta Domingo, directora de escena; F. Paul Driscoll, editor en jefe de la revista Opera News; Anthony Freud, director general de la Lyric Opera de Chicago; Jonathan Friend, administrador artístico del Metropolitan Opera House de Nueva York; Jean-Louis Grinda, director general de la Monte Carlo Opéra; Peter Katona, director de casting de la Royal Opera House de Londres; Joan Matabosch, director artístico del Teatro Real de Madrid; Marco Parisotto, director musical de la Orquesta Filarmónica de Jalisco; Andrés Rodríguez, consultor artístico; e Ilias Tzempetonidis, director decasting de la Opéra National de París. Las 23 ediciones anteriores de Operalia, la primera de ellas celebrada en París en 1993, la segunda en la Ciudad de México, se han realizado en ciudades como Madrid, Burdeos, Tokio, Hamburgo, Quebec, Moscú, Pekín, Verona y Los Angeles, y han conformado un prestigio internacional al concurso, en el que han sido impulsados ganadores que se convertirían en auténticas figuras del universo lírico como la soprano sueca Nina Stemme, la mezzosoprano estadounidense Joyce DiDonato, el tenor argentino José Cura, la soprano italiana Carmen Giannasttasio, o los tenores mexicanos Rolando Villazón, Arturo Chacón, David Lomelí y la soprano María Katzarava. 
Elsa Dreisig - Operalia
Sin embargo, la algarabía en redes sociales de la comunidad operística mexicana, exaltada de apoyo a sus favoritos, alumnos, amigos, conocidos o connacionales en todo caso, se fue apagando. A la ronda de cuartos de final sólo sobrevivieron tres de los siete cantantes mexicanos y todos sucumbieron en la semifinal, si bien el barítono Juan Carlos Heredia se adjudicó el premio final en el género de zarzuela. El viernes 22, que se difundió la noticia de finalistas con participantes de Rusia, Ucrania, Estados Unidos, Canadá, Kosovo y Corea del Sur, el ambiente interesado en Guadalajara, tanto como Facebook, recibió un balde de agua helada. Un golpe de realidad. No porque las voces mexicanas participantes no hayan hecho un esfuerzo meritorio ya desde su misma clasificación o porque no cuenten con talento suficiente para desarrollarse profesionalmente. Pero justo ésa, quizás, es la diferencia. Que sus colegas, a la misma edad, proceden de países en los que la formación académica implica prepararlos para integrarse a producciones y teatros profesionales de forma inmediata. En México, ante la limitada oferta de espacios profesionales para desarrollar y mantener una carrera constante, las opciones son buscar talleres, estudios, cazar alguna producción en provincia donde puedan colocarse en el elenco. La competitividad que brinda el escenario, el profesionalismo que se adquiere cuando un talento se asume como artista y no como estudiante es decisivo a la hora de medirse con el talento de otras latitudes. Claro que hay ejemplos de que es posible que talentos extraordinarios como los de Villazón, Lomelí, Katzarava o Chacón se hayan impuesto en su momento en Operalia. Pero quizás el objetivo como comunidad lírica en México tendría que encontrar el mecanismo para no seguir produciendo excepciones, sino realmente una cantera de cantantes, o, mejor aún, artistas, que van mucho más allá de una voz hermosa o con potencial. ¿Pero habrá alguien, una institución, trabajando en ello?



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